Tamara Adrián: «Estamos entrando en un territorio desconocido»

«Estamos entrando en un territorio desconocido». Tamara Adrián habla de su país, Venezuela, y mide cada palabra. Abogada experta de derecho comercial y profesora universitaria, me cita en su oficina en Altamira, al noroeste de Caracas. Para llegar al edificio, hay que cruzar Plaza Francia, un lugar que en los últimos dos meses y medio se ha vuelto un foco de batalla callejera. Aunque no sea un día de protesta, un grupo de encapuchados está reunido en la calle parando los autos y pidiendo dinero. Todo se ha vuelto sombrío en Venezuela.
Tamara Adrián acaba de regresar de una larga gira internacional. Esta mujer de modales elegantes y fascinantes hace vislumbrar la fuerza de su historia. Su biografía es una metáfora del país y de las transiciones ineludibles. Sobre su vida recientemente se estrenó una película, dirigida por Elia Schneider, y titulada simplemente “Tamara”.
Elegida diputada en las elecciones de diciembre 2015, en las que la oposición aplastó al chavismo con el 60% de los votos, Tamara Adrián es uno de los nuevos rostros de la política venezolana. De las protestas, que desde abril están sacudiendo al país en medio de una crisis económica y social sin precedentes, han surgido nuevos líderes y discursos públicos. La vieja clase dirigente de la oposición, que continua soñando con los tiempos de la IV República, parece trastornada frente a la ola masiva de protestas y a los jóvenes líderes criados a lo largo de los 18 años de la epopeya chavista, que trabajan activamente en los barrios y tejen redes sociales, pero todos están en primera línea en las marchas sin cascos ni máscaras antigás.
Tamara Adrián no pertenece a esa generación de veinteañeros o treintañeros, pero su vida es densa, simbólica y lejana de la política tradicional. Nació cómo Tomás en el 1954, en una familia de clase media alta, vivió un matrimonio frágil y dos hijos. Hace 15 años alcanzó el sueño de apaciguar su identidad y se volvió Tamara. No fue fácil. Pero de este largo camino desarrolló su lucha política. Antichavista, eligió el más conservador de los partidos de oposición, Voluntad Popular, liderado por Leopoldo López quien se encuentra preso desde hace tres años y medio (tras una condena de casi 14 años) por los hechos violentos del 2014. «Simplemente me acogieron y me pidieron sumar los derechos civiles a las batallas en contra del autoritarismo». Así se ganó la curul cómo primera diputada transgénero, aunque en una asamblea desprovista de sus poderes por una larga serie de intervenciones del Tribunal Supremo de Justicia. «Derrotado en las urnas, el oficialismo vació las reglas democráticas, actuando en un permanente estado de excepción», dice la diputada.
Ahora todo apunta a la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por el presidente Nicolás Maduro el 30 de Julio. Una decisión tachada de fraude por la oposición: los diseños de los colegios electorales y las reglas de elección garantizan al chavismo una gran mayoría a pesar de que todos los sondeos le dan alrededor del 25%. Una decisión rechazada también por una parte del chavismo (la Fiscal General en primera línea) quien habla de un quiebre legal y traición al legado constitucional de Hugo Chávez. «En una situación cómo la que vivimos, es gasolina en el fuego. La Constituyente tendrá plenos poderes y ninguna fecha – dice desconcertada la diputada – En realidad lo que necesitamos es restablecer la legalidad constitucional y tomar medidas económicas urgentes. Yo no creo que el grupo al poder quiera reformar la Constitución sino perpetuar de manera fraudulenta su poder en un tiempo indefinido». Allí aparece el territorio desconocido.
«Aislado internacionalmente, enfrentado y odiado por la mayoría de los venezolanos quienes no se cansan de salir a la calle, desestimado por su misma gente que hasta ahora lo sostenía: ¿cómo puede un presidente guiar un país que está en el abismo? ¿Cómo puede seguir sin escuchar, sin ver, actuando sólo con la fuerza bruta de represión? No hay salida», repite Tamara Adrián.
Sabe que sus palabras gozan de buen crédito incluidos sectores chavistas. En un país en donde el ejemplo personal está valorado, su vida y su coraje le dan una acreditación con la que pocos pueden contar. «Yo creo en la honestidad de los chavistas que están enfrentando una dura batalla para reparar la legalidad constitucional y también para preservarle un futuro democrático a su partido. Creo que la Fiscal está jugando un rol republicano y a ello le tiene miedo el poder».
Las tentativas de diálogo naufragaron. Las del Vaticano y las de los ex-presidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos.
Las dos Venezuela se enfrentan sin salida, acurrucadas en el dolor por los 75 fallecidos, en su mayoría jóvenes y estudiantes, además por los miles de heridos y presos. «Transición es la palabra que falta», repite Tamara Adrián. «Que se pare la Constituyente, necesitamos que se abra un proceso de transición involucrando algunos países acompañantes y teniendo como base algunas reglas simples: el respeto a la Constitución vigente y al voto de la mayoría de los venezolanos». Allí, el territorio desconocido podría volverse más familiar.

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